10 de julio de 2017

"Mi nombre era Eileen", de Otessa Moshfegh

Editorial Alfaguara
2017
Título original: Eileen
Edición original: 2015
Traducción: Damià Alou

Sinopsis:

La Navidad ofrece muy poco a Eileen Dunlop, una chica modesta y perturbada atrapada entre su papel de cuidadora de un padre alcohólico y su empleo administrativo en Moorehead, un correccional de menores cargado de horrores cotidianos. Eileen templa sus tristes días con fantasías perversas y sueña con huir a una gran ciudad. Mientras tanto, llena sus noches con pequeños hurtos en la tienda local, espiando a Randy, un ingenuo y musculoso guardia del reformatorio, y limpiando los desastres que su padre deja en casa.

Cuando la brillante, guapa y alegre Rebecca Saint John hace su aparición como nueva directora educativa de Moorehead, Eileen es incapaz de resistirse a esa milagrosa e incipiente amistad. Pero en un giro digno de Hitchcock, el cariño de Eileen por Rebecca la convierte en cómplice de un crimen.
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Ganadora del prestigioso Premio PEN/Hemingway al mejor debut literario, nominado al Man Booker Prize 2016, su autora, Otessa Moshfegh fue elegida como una de las mejores novelistas jóvenes de Estados Unidos por la revista Granta y de ella dicen por ahí que sería el vástago del siempre malvado Jim Thompson y la siempre retorcida Patricia Highsmith. No tengo ninguna lectura reciente de Patricia Highsmith, que supongo es de sobra conocida por muchos de vosotros aunque solo sea por las adaptaciones desus obras para la gran pantalla, pero conocí no hace mucho a Jim Thompson y creo que estoy de acuerdo: esta novela es perturbadora, cruda y bucea en lo peor del alma humana.

Etiquetada como thriller por algunos, yo no sabría qué etiqueta ponerle, aunque tengo claro que tiene un lado muy negro y también criminal, así que eso he acabado poniendo en el blog, pero no esperéis una novela de crímenes e investigaciones. La protagonista nos anuncia desde el pricipio que va a hablarnos de cómo acabó marchándose de casa y va añadiendo poco a poco pinceladas que nos hacen pensar en que hizo algo muy gordo antes de marcharse, aunque no acabase de imaginarte realmente qué pudo ser. No voy a contaros todo lo que se me fue pasando por la cabeza conforme leía para dejar que la imaginación de cada uno funciona libre si os da por leerla.

Eileen, al menos ese es el nombre que la voz narradora nos da cuando empieza la historia, decide en su vejez contar su historia y nos retrata a una joven de veinticuatro que vive en los años sesenta con su padre alcohólico, trabaja en un reformatorio, no tiene amigas y ha carecido desde siempre de una familia estructurada, cariño y referentes morales. Inadaptada, alcohólica, anoréxica, autodestructiva, cruel, amargada, infeliz, cándida, mordaz... múltiples son los adjetivos con los que podemos referirnos a ella conforme más conocemos su historia y vamos pasando del desagrado a la compasión casi sin solución de continuidad. La verdad es que el único respiro que te da la novela es el saber que quien la narra ha llegado a ser una anciana y parece que alcanzó en algún momento una vida mínimamente feliz, o al menos, que consiguió un entente cordial con el mundo mucho mayor que el que tuvo en su infancia y juventud, porque los hechos que nos va narrando sobre los días previos a su escapada y las breves pinceladas que nos ofrece sobre su infancia son absolutamente descorazonadores.

Supongo que me ha gustado. Digo supongo porque no es una novela que te deje un buen sabor de boca, pero desde luego no te deja indiferente y te hace reflexionar sobre el ser humano, las emociones y las relaciones humanas. Describe un mundo cerrado y oscuro de gente preocupada solo de sí misma y ciega a las desgracias ajenas, un mundo en el que tampoco esos desgraciados se te hacen simpáticos porque todos son igualmente egoístas y desagradables; al mismo tiempo, en medio de tanta fealdad hay breve chispas de luz cuando nos cuenta las pequeñas esperanzas de Eileen, su deseo de ser querida, alguna reacción de su padre que parece mostrar que algo se preocupa por ella, la fragilidad y el deseo de amor del joven Lee, el niño del reformatorio que será clave en esta historia y, al menos, la esperanza de un cambio en la huida final de la protagonista y su nuevo comienzo. Ciertamente, si nos cuentan la historia en tercera persona y la acaban con el suicidio de Eileen o con esta realizando una masacre en el pueblo hubiera resultado absolutamente creíble; afortunadamente para nuestra tranquilidad, la cosa acaba algo mejor, aunque no bien, ni mucho menos.

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