Año de edición: 2001
Traducción: Rosa Arruti Illarramendi
Título original: Devilish
Edición original: 2000
Serie: Malloren 05
Sinoposis:
Diana ha pedido al rey Jorge que le deje ocupar su sillón en el Parlamento como condesa de Arradale y participar junto con el resto de nobles en las decisiones de Estado. El rey no tiene nada en contra de la inteligente y testaruda condesa, pero está convencido de que la nobleza británica no verá con buenos ojos la presencia de una mujer en sus airados debates políticos. La mejor solución sería encontrarle un esposo. Pero ¿quién se atrevería a casarse con una mujer rebelde, altiva y, sobre todo, poderosa?
Sólo hay un hombre en Inglaterra al que no le aterraría la idea. Pero ese hombre, Bey Malloren, está demasiado ocupado con las tierras de su marquesado y con su labor política. Sin embargo, el rey intuye que una vez encuentre una excusa para que Diana y Bey pasen unos días juntos, la atracción entre el siniestro marqués y la indomable condesa será demasiado poderosa...
EL MARQUÉS SINIESTRO
Bey Malloren, Marqués de Rothgar, ha cargado con la responsabilidad de ser cabeza de familia y guardián de sus hermanos menores desde que era adolescente. Ahora que cada uno de ellos ha contraído matrimonio y se ha hecho cargo de sus tierras, todo parece indicar que le ha llegado el turno de disfrutar de su libertad y de fundar su propia familia. Sin embargo, Bey ha jurado que nunca contraerá matrimonio. Sabe que por sus venas corre sangre maldita y que nunca debe tener descendencia. Pero la fidelidad y obediencia a su rey le van a jugar una mala pasada. Porque el rey Jorge acaba de encomendarle la imposible misión de escoltar a Diana Westmount en su viaje hasta Londres, un viaje que pondrá en alerta todas las defensas de Bey para no sucumbir a la tentación de dejarse seducir por la endiablada condesa.
LA CONDESA INDOMABLE
Diana Westmount ha heredado el condado de Arradale de su padre gracias a un antiguo y raro decreto que permite que el título pase a una mujer. Para ella ese condado es su bien más preciado y ha prometido ser digna de él. Pero para servir a sus gentes y mantener su título, la condición más importante que debe cumplir es permanecer soltera. Un matrimonio le obligaría a renunciar a sus tierras y significaría la pérdida total de esa libertad que le permite hacer y deshacer a su antojo... Una decisión firme que ahora mismo, con el misterioso marqués de Rothgar tan cerca, se convierte en una dolorosa renuncia. Claro que... ¿no podría Diana satisfacer su curiosidad por el mayor de los Malloren sin caer en la trampa del matrimonio? Una noche de pasión sería más que suficiente...
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No había leído todavía nada de Jo Beverley, ¿¡cómo puede ser!? Voy a tener que hacerme con más libros suyos porque me ha encantado cómo escribe. ¡Qué pena que falleciera en 2016! Para los que no la conocierais, aquí podéis leer un breve artículo del Rincón de la novela romántica sobre su vida y su obra.
Esta novela es la quinta de la serie de los Malloren y su protagonista es el muy carismático Marqués de Rothgar, el hermano mayor. De apariencia fría y solo interesado en controlar los hilos de la política en su país, sabemos, sin embargo, que bajo esa fachada su principal preocupación es su familia y que se siente terriblemente solo ahora que todos sus hermanos se han ido de casa. En cuanto a ella, la condesa de Arradale, ya apareció en un libro anterior y protagonizó escenas con Rothgar que hicieron pensar que entre estos dos iba a haber algo más que palabras... Como he dicho, yo no había leído nada de los Malloren, pero la situación entre Diana y Bey está muy bien explicada en las primeras escenas de la novela y no hay ningún problema para hacerse cargo de la situación y comprender a los personajes aunque sea tu primer encuentro con ellos. Hay que reconocer que Jo Beveley sabe introducirnos muy bien en la trama.
De lo mejor de la novela es la ambientación histórica, la descripción de mobiliario, salones, casas, vestuario, escenas cotidianas... Como si estuvierais viendo "Las amistades peligrosas", tal cual, incluso con más detalles; así, por ejemplo, creo que es la primera novela en la que leo una descripción de una dama que usa sus paños higiénicos y se los sujeta con un cinturón y una faja. Estamos, pues, en un ambiente cortesano, pero con personajes de carne y hueso. Y los diálogos también son absolutamente creíbles, adaptados a un lenguaje actual, pero con matices y expresiones que nos hace situar perfectamente a los personajes en el siglo XVIII y no verlos como hombres y mujeres de nuestro siglo disfrazados jugando a llevar pelucas y trajes antiguos con puntillas.
Las escenas de sexo son pocas, sensuales y realistas y el avance de la relación entre los protagonistas desde la primera atracción intensa que sienten el uno por el otro (y que ya venía de antes, como os contaba) hasta reconocer que están enamorados también está muy bien contada. Me ha gustado que, al contrario que en muchas novelas del género, ambos reconocen en seguida ese sentimiento, de modo que el conflicto no surge de que alguno de ellos (suele ser el hombre en estas historias) vive su relación simplemente como sexo y tiene miedo de comprometerse más; el problema para ambos es el peligro que supone para su vida personal casarse y fundar una familia: él cree que sus hijos podrían heredar la locura de su madre (que asesinó a su bebé y se suicidó) y ella teme tener que renunciar a su independencia, a su título propio y al dominio de sus propiedades, algo que pocas mujeres (o quizás ninguna, no he investigado si hubo en la época alguna excepción como la de esta condesa) de su época podían disfrutar.
La autora resuelve el conflicto de forma bastante solvente y aderezándolo con un tema de espionaje y situaciones de peligro para las vidas de los protagonistas que mantiene una cierta tensión sin desviar demasiado la atención de la trama principal. El realismo del final feliz de esta pareja se ve acentuado porque no hay epílogo con niños, flores y pajaritos cantando (estoy exagerando un poco, pero algunas novelas románticas se pasan un poco con esos epílogos...), de modo que podemos imaginar que nuestros "protas" serán felices, pero tendrán problemas, como todo el mundo, porque mantener la independencia femenina en el siglo XVIII (y hoy en nuestro mundo menos, pero también) era una tarea muuuuy dura y superar un trauma como el del protagonista tampoco es algo que se consiga en un día. Pero, como se dice en la novela, la vida es riesgo y ellos están dispuestos a afrontarlo, ¡bien por ellos! Que cunda el ejemplo.
De lo mejor de la novela es la ambientación histórica, la descripción de mobiliario, salones, casas, vestuario, escenas cotidianas... Como si estuvierais viendo "Las amistades peligrosas", tal cual, incluso con más detalles; así, por ejemplo, creo que es la primera novela en la que leo una descripción de una dama que usa sus paños higiénicos y se los sujeta con un cinturón y una faja. Estamos, pues, en un ambiente cortesano, pero con personajes de carne y hueso. Y los diálogos también son absolutamente creíbles, adaptados a un lenguaje actual, pero con matices y expresiones que nos hace situar perfectamente a los personajes en el siglo XVIII y no verlos como hombres y mujeres de nuestro siglo disfrazados jugando a llevar pelucas y trajes antiguos con puntillas.
Las escenas de sexo son pocas, sensuales y realistas y el avance de la relación entre los protagonistas desde la primera atracción intensa que sienten el uno por el otro (y que ya venía de antes, como os contaba) hasta reconocer que están enamorados también está muy bien contada. Me ha gustado que, al contrario que en muchas novelas del género, ambos reconocen en seguida ese sentimiento, de modo que el conflicto no surge de que alguno de ellos (suele ser el hombre en estas historias) vive su relación simplemente como sexo y tiene miedo de comprometerse más; el problema para ambos es el peligro que supone para su vida personal casarse y fundar una familia: él cree que sus hijos podrían heredar la locura de su madre (que asesinó a su bebé y se suicidó) y ella teme tener que renunciar a su independencia, a su título propio y al dominio de sus propiedades, algo que pocas mujeres (o quizás ninguna, no he investigado si hubo en la época alguna excepción como la de esta condesa) de su época podían disfrutar.
La autora resuelve el conflicto de forma bastante solvente y aderezándolo con un tema de espionaje y situaciones de peligro para las vidas de los protagonistas que mantiene una cierta tensión sin desviar demasiado la atención de la trama principal. El realismo del final feliz de esta pareja se ve acentuado porque no hay epílogo con niños, flores y pajaritos cantando (estoy exagerando un poco, pero algunas novelas románticas se pasan un poco con esos epílogos...), de modo que podemos imaginar que nuestros "protas" serán felices, pero tendrán problemas, como todo el mundo, porque mantener la independencia femenina en el siglo XVIII (y hoy en nuestro mundo menos, pero también) era una tarea muuuuy dura y superar un trauma como el del protagonista tampoco es algo que se consiga en un día. Pero, como se dice en la novela, la vida es riesgo y ellos están dispuestos a afrontarlo, ¡bien por ellos! Que cunda el ejemplo.
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